martes, octubre 31, 2006

Recuerdos...



Este verano pasado decidí comprar unos patines de línea para hacer un poco el tonto. Aprovechando que hoy hace muy buen día a pesar de los -1.5º he ido con Raúl (él ha ido corriendo).
Todo empezó porqué mi hermana (nueve años mayor) decidió que quería hacer patinaje artístico, y un día le acompañé al entreno (yo tenía tres años) y me quedé maravillada de los patines. Me dirigí al entrenador y le dije que quería patinar. Él, pacientemente me ofreció unos patines de prueba de esos que van con cintas (no son de bota) y me dijo que fuera dando vueltas a la pista por fuera agarrada de la valla metálica de seguridad. Eso hice el primer día, me gustó y lo hice durante una semana. Recuerdo que me moría de ganas de entrar en la pista y abandonar la valla... Todo llegó, pronto me pusieron los patines reglamentarios y empecé a entrenar fuerte, subiendo y bajando escaleras, corriendo, y entrenando los saltos, giros, y luego baile. Fui a unas cuantas competiciones (a lo mejor tres) y en la última a los siete años gané una copa de bronce. Después me lesioné en la pierna derecha y seguí patinando, pero ya no era lo mismo. La pierna me dolía y no estaba suficientemente bien colocada en los saltos, etc. Lo dejé completamente a los ocho años para dedicarme a la música. Perdí el interés en el patinaje porque no entendía de que iba el asunto. Tantas competiciones, bailes, vestidos y burocracia. Aunque siempre me ha quedado el gusanillo, porque realmente me encanta.
Once años después de mi última vez en patines, decidí montar en patines de línea. Ya es la cuarta vez desde el verano que voy y me encanta. No soy muy buena pero todavía me acuerdo de mantenerme en equilibrio, de girar, frenar...luego vendrá algún salto que otro. Los patines en línea son muy diferentes, pero sirven para la calle, los de artístico no.

Todavía el entrenador, jefe del club, me recuerda como la niña de rizos estirando de su brazo y diciéndole: "Señor quiero patinar, sí, yo también!!!".

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